Portugal

Portugal huele a sardinas

Pocas veces se ve un fenómeno como el del “mundo fantástico de la sardina Portuguesa”. Un local que solo vende latas de sardina.

Portugal huele a sardina cada año desde el 1ro de junio hasta la llegada de julio. En esa fecha los pescadores pueden volver a tirar sus redes después de 8 meses de prohibicion.

Según los científicos, la especie se encuentra en peligro de extinción y Portugal tiene buena parte de culpa.

En este mes, los portugueses compran 13 sardinas por segundo, según Docapesca, la empresa estatal encargada del control.

Antiguamente era considerada comida de pobres. Tanto la sardina como el atún o la caballa eran alimentos básicos en un país con 950 kilómetros de costa, especialmente en ciudades como Lisboa donde, aún hoy, es tradición comerlas asadas durante las fiestas de su patrón, San Antonio.

Eso cambió y curiosamente la sardina ocupa hoy un lugar destacado dentro de la moda local. Tal es así que desde hace unos cuantos años este símbolo le viene quitando protagonismo al famoso Gallo de Barcelos, el animal de cresta roja y cuerpo negro que cuenta la leyenda de un peregrino que, en el camino de Barcelos a Santiago de Compostela (España), se libró de la horca gracias al canto de un gallo.

Las primeras sardinas artísticas se remontan al siglo XIX y salieron de la mano del artista portugues Rapahel Bordalo Pinheiro, pero no fue hasta 2003, cuando se creó el concurso de sardinas de las fiestas de Lisboa, cuando comenzaron a popularizarse hasta convertirse en icono de la cultura y la gastronomía de Portugal, ya no solo símbolo lisboeta. 

Podemos encontrarlas para todos los gustos. Grandes, chicas, de cerámica, de metal, de corcho, de tela, solas o en lata. 

Pero nada supera a los locales del “Mundo Fantástico de la Sardina Portuguesa”. 

Estos locales surgieron de la mano de Comur (Fábrica de Conservas da Murtosa) que pretendía, y logró con creces, crear un espacio para rendirle homenaje a la especie, intentando respetar una de las características más extraordinarias del prodigio atlántico: ser noble y popular al mismo tiempo, según explican desde el mismo local.

Dentro de cada lata hay un único producto, una única receta: sardina portuguesa en aceite de oliva. Todos venden lo mismo pero cada local está ambientado de una manera especial. Los hay con temáticas de circo, de librerias, de tiendas de moda. Todos y cada uno merece ser recorrido y es innegable que los diseños de las latas las hacen el souvenir perfecto con envoltorios que da pena romper.

Pasen, vean y saquen sus propias conclusiones