Escapadas

Colonia Menonita Nueva Esperanza

Entrar en la comunidad es como meterse en un set de filmación de una película. Las calles son de tierra, los carros están tirados por caballos, hay chicos y grandes trabajando la tierra y en todas las tranqueras vemos tarros de leche, resultado del ordeñe diario.

Una realidad diferente

Entrar en la comunidad es como meterse en un set de filmación de una película. Las calles son de tierra, los carros están tirados por caballos, hay chicos y grandes trabajando la tierra y en todas las tranqueras vemos tarros de leche, resultado del ordeñe diario.

Nos miran con curiosidad, de la misma manera que a nosotros nos llama la atención esta gente vestida de manera uniforme, como si la moda no existiera. Los hombres con overol y camisa, generalmente de cuadros, y las mujeres con vestidos oscuros y un pañuelo o sombrero cubriéndoles la cabeza. 

Cuando estacionamos algunos niños se acercan enseguida y otros se alejan como si hubieran visto un fantasma pero ninguno se resiste a la tentación de los caramelos que les ofrecemos y, casi como un soborno, los dulces nos sirven para que acepten sacarse una foto.

La colonia Menonita «Nueva Esperanza» está ubicada a 190 Km de Sta. Rosa, en la provincia de La Pampa. Exactamente a 40 Km. por camino de tierra de la localidad de Guatraché. Se establecieron ahí en 1985, provenientes de México, Bolivia y Paraguay, descendientes de alemanes y rusos. Son 240 familias (cerca de 1.500 personas) distribuidas en nueve campos. Es una comunidad bastante ortodoxa, con sus tradiciones y costumbre muy arraigadas; fue la primera en llegar a la Argentina.

Su religión es anabaptista, variante que surgió a partir de la reforma protestante de Martín Lutero. Sus miembros fueron perseguidos hasta que en el año 1543 el ex sacerdote católico Simons Mennón se unió en Holanda a esa fe, la reorganizó e hizo más radicales los conceptos que la regían. En memoria de aquel pastor las comunidades que siguen sus enseñanzas se llaman Menonitas. 

Proclaman la obediencia a Cristo, el pacifismo, la vida sencilla, el amor al prójimo y la honradez. A su vez, prohíben cualquier juramento, porque «el buen cristiano no miente». 

Más que reformar la iglesia, pretendían restaurarla, siguiendo con una sencillez casi testaruda el modelo del Nuevo Testamento, considerándose a sí mismos discípulos de Cristo. 

La religión es el centro de sus costumbres y actividades diarias. Creen en un Dios único, creador del universo; en la Santísima Trinidad; en la Encarnación de Jesucristo mediante la virgen María; en la salvación por la gracia de Dios; en la resurrección de los muertos y en el regreso glorioso de Cristo, y aunque reconocen sus imperfecciones y dependen de la Gracia Divina para la salvación eterna, procuran obedecer a Jesús en todas sus enseñanzas. 

La comunidad tiene un sistema de gobierno democrático donde hay un obispo (único con cargo vitalicio), 12 ministros y 9 jefes de campo que son votados por todos los hombres bautizados de la comunidad.

Todo jefe de familia tiene un pequeño terreno para el cultivo de las frutas y verduras que consumen en la casa, junto a una vaca y gallinas que los proveen de lo necesario para auto abastecerse.

En la comunidad son pocos los que leen los diarios pero varios leen libros (solo algunos tipos). No escuchan radio, ni miran televisión. Disponen de generadores de energía eléctrica que únicamente usan para trabajar. A los tractores no les colocan las gomas de las ruedas; les ponen llantas de acero, para usarlos en el campo y no para trasladarse a la ciudad. 

Cada uno vive según sus posibilidades y con el fruto de su trabajo. Hay quienes fabrican quesos, muebles, tienen empresas metalúrgicas o carpinterías. Viven dedicados al trabajo y a la familia. El domingo descansan y todos los bautizados van a la misa que dura 2 horas y se da en alemán. Actúan según lo que dice la biblia, esa es su ley.

Los profesionales los toman de la cultura tradicional. Asisten al médico y se hacen todos los controles necesarios para mantener buena salud, fundamental para la vida de trabajo que llevan.

Aunque tienen días pre establecidos para ir al pueblo, si necesitan algún medicamento cuelgan un pañuelo rojo en la tranquera de sus casas y una farmacia ambulante que recorre la comunidad les acerca lo que les haga falta.

Nuestro recorrido

A la hora del almuerzo nos recibieron en su casa Jacobo y Catherina con unos riquísimos varenikesde ricota amasados por ella y sus hijas y tuvimos la suerte de compartir con ellos una lindísima sobre mesa sin apuros, de charla tranquila y pausada. 

Jacobo, instalado en su mecedora, se mostró como amo indiscutible de la casa; una casa sencilla, sin adornos ni fotos, con una especie de ante sala o galería cerrada que la rodea para evitar la tierra y protegerla del frío y el calor. De construcción tradicional y techo a dos aguas, igual a todas las casas de la comunidad. 

Casa de Jacobo y Catherina

Catherina, sentada a su lado, nos habló de sus costumbres y su forma de vida.

Nos quedamos con ganas de hacerles muchas preguntas, pero no quisimos ser irrespetuosos ni abusar de su buena predisposición, pero escuchamos fascinados todo lo que nos decían. 

Nos contaron, por ejemplo, que una pareja de novios solo puede verse y estar juntos los jueves y domingos de 20:00 a 22:00 hs, en la casa de los papas de la novia. La relación puede durar el tiempo que ellos quieran pero cuando deciden casarse los  gastos del casamiento corren a cargo del papá de la novia. Los festejos empiezan un sábado, con un desayuno, siguen con un almuerzo y terminan con una cena a los que se invita a amigos y familiares. Entre comida y comida se canta y se charla, nunca se baila. El domingo se asiste a una misa donde los novios permanecen separados, él del lado de los hombres y ella en la fila de las mujeres. 

Durante la semana siguiente los novios van a visitar y a ser presentados con sus respectivas familias políticas, quienes les entregan los regalos de casamiento. Al llegar el próximo domingo vuelven a misa y, ahora si, se efectúa la ceremonia del matrimonio. 

Los novios se paran en el pasillo central frente al altar; el novio vestido de traje y camisa negra y la novia con vestido marrón y la cabeza descubierta, en señal de virginidad. La que no lo es, deberá llevar la cabeza cubierta con una pañoleta negra, lo que es indigno y vergonzoso para ella y toda su familia. Una vez casados, los padres tanto del novio como de la novia, le regalan a la pareja una porción de tierra y el primer año viven con alguno de ellos que los mantienen para que los recién casados hagan su propia casa y puedan independizarse sin tener ningún otro gasto.

Jacobo nos aclaró que solo los bautizados se pueden casar y que los bautismos son a partir de los 18 años. Desde ese momento el bautizado empieza a formar parte de la comunidad de los adultos, con todo lo que eso implica. 

Antes de recibir el sacramento del bautismo, la persona va con el obispo a confesarse y debe pasar 8 días meditando sobre las acciones y pensamientos que ha tenido a lo largo de todos sus años de formación, como una forma de expiar sus pecados. 

La ceremonia es grupal y utilizan el agua como símbolo purificador. 

Al terminar, se pasa a la celebración de la Santa Cena, donde los recién bautizados reciben el cuerpo y la sangre de Cristo en forma de pan y vino frente a toda la comunidad.

Cuando salimos de la casa de Jacobo y Catherina seguimos nuestro recorrido y llegamos a la iglesia.

La visita la hicimos con una guía autorizada ya que moverse por la comunidad no es fácil. No hay carteles ni indicaciones de ningún tipo porque, según nos explicaron, nadie puede destacar del resto a los ojos de Dios. 

Siguiendo esa misma lógica, comprobamos que la iglesia tampoco tiene ningún rasgo distintivo. Aunque no se permite entrar a ningún miembro ajeno a la comunidad, nos dejaron espiar por la ventana y lo único que vimos fue un lugar austero que tampoco tiene cruz, adornos ni imágenes de ningún tipo.

Tampoco hay cementerios. Cuando muere una persona, se prepara sobre la tierra una cama de arena mojada cubierta por un lienzo y el cadáver es tendido con hielo alrededor para conservarlo, ya que se lo vela durante 3 días (sólo en horario diurno), mientras se entonan cantos religiosos; los únicos permitidos dentro de la comunidad. 

Previa misa, el cuerpo vestido totalmente de blanco, es sepultado en una tumba que no tiene lápida ni cruz, sólo una piedra con el nombre y las fechas de nacimiento y muerte. Nunca más se lo visita ni se le lleva flores. «Polvo eres, y al polvo volverás» (Génesis 3:19)

De ahí seguimos camino y nos encontramos con el maestro, que no quiso sacarse fotos pero nos explicó que cada campo tiene una escuela con una clase multigrado, donde estudian principalmente matemáticas y cálculo y aprenden a leer y escribir solamente con los textos bíblicos. Son jornadas de 6 horas donde hablan alemán o un dialecto de la zona del Volga. Van tanto varones como mujeres pero no pueden sentarse juntos ni compartir los recreos.

A la escuela asisten tanto varones como mujeres pero no pueden sentarse juntos ni compartir los recreos. Van desde los 5 hasta los 12 años y después no existen más niveles de estudio. Los varones generalmente continúan el oficio del padre y las mujeres ayudan en las tareas de la casa, la huerta, el cuidado de los animales, la cocina y la confección de la ropa. 

Para terminar el recorrido visitamos al zapatero y compramos algunos quesos y dulces caseros en el almacén de ramos generales, donde también encontramos productos clásicos de marcas comerciales que vemos en cualquier supermercado, ya que su alimentación es muy variada y no tienen restricciones más allá del alcohol y el cigarrillo. 

Zapatería de la colonia

Realmente toda la gente de la comunidad fue muy amable, y aunque no son grandes conversadores se mostraron muy predispuestos a contarnos sus costumbres y a que saquemos algunas fotos ya que de a poco se van acostumbrando a la visita de extraños.